JARDÍN ALTO
La primera muralla con la que contó la ciudad de Córdoba fue romana, y ha sido, hasta la fecha, testigo presencial de todos los acontecimientos que han acontecido a la misma.
EL JARDÍN ALTO
El jardín Alto, está situado al noroeste del complejo, denominado así por estar en la parte más elevada y próximo a la entrada principal del Alcázar y a la Torre de los Leones, es un pequeño y recoleto espacio con arboleda, y algunas fuentes con surtidor que se creó a mediados del siglo XIX, y posee un característico aroma que emana sus setos de boj. Desde el único muro del jardín arranca una puerta soterrada que era el antiguo pasadizo de conexión entre Caballerizas Reales y el Alcázar.
Aqua Fontis Aureae
El Aqua Fontis Aureae canalizaba las aguas del arroyo Bejarano y el Caño de Escarabita, desde la sierra de Córdoba, Abd al Rahman II, ordenó sacar en el año 822, un ramal hacia el Alcázar, que alimentaba también el foso exterior de la muralla, los actuales estanques de la calle Cairuán, y terminaba su viaje proporcionando agua para las necesidades del propio Alcázar, como fuentes y surtidores baños, piletas, acequias y como no, las grandes albercas del Alcázar de los Reyes. Esta agua, era conducida por gravedad y regaba hasta el último rincón de los jardines.
Sabías que…
Toda el agua de los jardines se suministra a través de una pequeña fuente lateral de piedra con escalones que se encuentra en el Jardín Alto, cuyo suministro proviene del Aqua Fontis Aureae, el tercer acueducto romano construido, documentado en época del bajo imperio, finales del siglo II y siglo III d.C.
FLORA DEL LOS JARDINES
En cuanto a los elementos vegetales que lo definen, hay que mencionar los ejemplares de palmeras, la palmera Canaria, (Phoenix canariensis) especie endémica de las Islas canarias, que puede superar la edad de dos o tres siglos, y está protegida, como símbolo natural del archipiélago, y la palmera de Americana, (Washingtonia philyfera) que llega a alcanzar los 30 metros de altura, y procede de la Baja California, su nombre científico es un homenaje al primer presidente de Estados Unidos, George Washington, y la Casuarina (Casuarina equisetifolia) árbol procedente de Australia y la Polinesia, de buen porte que alcanza alturas de entre 25 y 30 metros.
Las plantaciones de setos de Boj (Buxus sempervirens), arbusto de crecimiento muy lento, y gran longevidad, que proporciona un olor característico propio de los jardines históricos. Fue muy usado en Grecia y Roma para demarcar jardines formando setos.
LAS ALBERCAS Y SUS USOS
Entre el Jardín Alto y el Jardín Medio, se sitúan dos grandes albercas comunicadas entre sí. Su función era acumular agua en abundancia, procedente del acueducto Aqua Fontis Aureae, para garantizar un caudal constante para el riego de los jardines, canalizado por diferentes acequias.
Otro uso normal de las albercas era servir de acuario, para mantenimiento y engorde de diferentes especies de peces. Desde la Baja Edad Media, era habitual en los monasterios la práctica de la Acuicultura, generalmente con la carpa común, pero podía albergar otras muchas especies de río.
EL PESCADO EN CÓRDOBA
Dado que el único pescado fresco que se podía consumir en Córdoba procedía del río Guadalquivir, una vez capturado, era necesario distribuirlo rápidamente hacia los lugares de consumo. En Córdoba como en otras ciudades de interior, el pescado de agua dulce atrapado en los ríos y arroyos de sus respectivas jurisdicciones estaba sometido a fuertes medidas proteccionistas que impedían sacarlo o venderlo fuera del término municipal.
Las pesquerías eran espacios acotados por medio de presas o diques en puntos concretos de los cursos fluviales, a los que el agua llegaba encauzada por un canal. En nuestra latitud muchas se localizaban en las presas y canales de los molinos del río Guadalquivir a su paso por Córdoba.
La mayoría de los molinos eran propiedad de la iglesia o la nobleza, y se arrendaban a pescadores que a su vez contraían un compromiso con el arrendador, al que en parte podían pagar con especies capturadas, que se podían mantener vivas en las albercas del Alcázar, listas para ser consumidas paulatinamente.
No podemos olvidar que se trataba de un producto de gran demanda porque las prescripciones de la liturgia cristiana obligaban a consumirlo en determinados días y épocas al año, de ahí el interés por su buen aprovisionamiento.
Luis María Ramírez de las Casas-Deza, cronista de la ciudad, describe así en 1867 la fauna piscícola del término municipal de Córdoba: «En el río Guadalquivir se crían barbos, tencas, sabogas, anguilas, albures, y en las grandes avenidas suben del mar el sábalo, el róbalo (La lubina) y el sollo (esturión)».