Tras la conquista cristiana de la ciudad, en 1236 por el Rey Fernando III, se mantienen y restauran las antiguas murallas romanas y musulmanas, y en la última mitad del siglo XIV, la ciudad se expande por el oeste y suroeste, y se añaden tres nuevos recintos amurallados a los ya existentes de la Villa y la Axerquia, que son: el Castillo de la Judería, la Huerta del Alcázar y el Alcázar Viejo, generando además numerosas huertas.